Dicen que el tiempo lo cura todo, yo no lo veo así. Por muchos años que pasen, el vacío que deja la pérdida de un ser querido no puede llenarse. Esa herida queda ahí para siempre, una cicatriz que volverá a sangrar una y otra vez. Lo único que conseguimos con el paso del tiempo es aprender a vivir de una nueva forma, mirando al futuro sin olvidarse del pasado...



Hace cinco años, un día como hoy, el dolor era inmenso ante tu partida. Nunca imaginé que se podía querer tanto a una perrina. Escuchaba las historias que otras personas contaban sobre sus mascotas y no comprendía la pasión que desprendían en sus relatos. Seguramente, buena parte de los que estáis leyendo estos párrafos seáis de la misma opinión y consideréis un tanto absurdo este post dedicado a una perrita que se fue hace ya un lustro. Sin embargo, otra parte comprenderéis lo que estoy expresando y sois conscientes de lo mucho que un perrito puede aportar a nuestra vida. Sin duda, una experiencia única que te acompañará el resto de tu vida.



Desde entonces, y  por más que me insistieran, no he podido tener a otra perrina a mi cargo. Ninguna es como tú, eres un ser ÚNICO e IRREPETIBLE que me está esperando en algún sitio de ese arco iris que tanto significado tiene para mí, para ti... Sé que allí eres feliz, sobre todo, y como siempre, cuando ves que yo sonrío. Sé que desde allí sigues tras mis pasos, protegiéndome y velando por mí. Volveremos a estar juntas como antes, mientras tanto, en mi corazón estarás, SIEMPRE... TE QUIERO... :)